Al verla, los veterinarios la bautizaron como Peanut (cacahuete o maní, en español) y le quitaron la faja de plástico. Pero el daño ya estaba hecho. Cacahuete nunca volvería a tener la forma de una tortuga común.
Los humanos somos una especie terrible en ocasiones, la imagen del cuerpo deformado de esta tortuga lo demuestra: esta cría de jicotea elegante es semiacuatica y cuando paseaba por la ribera de un río se vio atrapada en uno de esos plásticos que sirven para mantener seis latas juntas de cerveza. A pesar de que intentó librarse la tortuga creció de esa forma.
su cuerpo tuvo que adaptarse al plástico. Así, a los nueve años tenía forma de reloj de arena, de maní o cacahuete con cáscara. Como relata la BBC, las tortugas no son particularmente veloces, pero aquellas condiciones la hacían aún más vulnerable a los depredadores. Por suerte, alguien la encontró y la llevó al Zoo de la ciudad de San Luis, estado de Misisipi, EEUU.
Al verla, los veterinarios la bautizaron como Peanut (cacahuete o maní, en español) y le quitaron la faja de plástico. Pero el daño ya estaba hecho. Cacahuete nunca volvería a tener la forma de una tortuga común.
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